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Exposición individual del fotógrafo Eduardo Jiménez Román y su serie Espacios de control en Casa de Cultura de Nuevo León – CONARTE. Del 20 de febrero al 24 de mayo del 2015.

Curaduría: Irving Domínguez

Diseño museográfico: Juan Fernando Giraldo.

Una precarización confortable
En muy pocas ocasiones, al menos en el ámbito de la fotografía mexicana contemporánea, se nos ofrece un trabajo cuya contundencia estriba en la economía de sus representaciones. La serie Espacios de control de Eduardo Jiménez Román elabora un discreto mapeo de los comedores donde los “ensambladores” u “operarios” de maquiladoras y otras empresas subsidiarias de corporativos multinacionales, localizadas en el Norte del país, toman los alimentos a los cuales tiene derecho, aunque en un dispositivo arquitectónico que recuerda las soluciones decorativas y ergonómicas de los restaurantes de comida rápida.
Si bien las especificaciones sobre funcionalidad, eficiencia e higiene respecto al manejo de grandes volúmenes de comida han dictado la configuración de estos espacios, también es innegable la presión bajo la cual estas mismas empresas someten a sus trabajadores para saciarse cuanto antes y regresen a su línea de operación en el menor tiempo posible. Irónicamente estos comedores ofrecen un amplio menú de alimentos a través de los cuales la posibilidad de elección parece ilimitada. Además de los platillos principales también hay refrescos, máquinas dispensadoras de café, golosinas varias o comida chatarra que pueden obtener con solo insertar unas monedas y presionar un botón.
Esta “abundancia” resulta una concesión tácita respecto a las principales características del empleo en dichas empresas: salarios muy bajos respecto a otras áreas de la manufactura, alta rotación de personal, jornadas de trabajo extenuantes, imposición de una cultura laboral que busca prescindir de los sindicatos o de grupos organizados de trabajadores, movilidad limitada o completamente dependiente para transportarse hasta la fuente de trabajo, pocas prestaciones efectivas para las trabajadoras y sus hijos, etcétera.
En efecto, todas esas tensiones no están presentes en estas imágenes porque dichos comedores son la punta del iceberg de un mundo laboral que está a punto de cumplir el medio siglo de establecimiento en México y del cual conocemos datos parciales, testimonios desgarradores aunque deshilvanados, estadísticas, cifras, tablas comparativas sobre sus rangos de inversión, producción y empleo, es decir, sólo fragmentos del tejido económico global al cual hemos contribuido, nos guste o no.
Lo que Eduardo Jiménez ha obtenido de su investigación pausada y subrepticia es un punto de inflexión en la intensa dinámica de estos conglomerados fabriles, un momento de calma, una suspensión de las fuerzas que animan esa maquinaria, para observar la desnudez de un sistema administrativo denominado trabajo justo antes de cumplir su función y facilitar el comienzo en la siguiente fase de las metas de producción.
Cuando alguno de nosotros entra a una “tienda de conveniencia”, compra un electrodoméstico digital, adquiere un Smartphone o paga el enganche del automóvil último modelo, hace exactamente lo mismo, contribuye voluntariamente con el funcionamiento de la enorme red de corporaciones que lideran la economía mundial. Bien lo dice el refrán: “Nadie sabe para quién trabaja”.

Irving Domínguez
Enero del 2015, Ciudad de México, antigua zona de maquiladoras.

Agradecimientos: Ana Cervantes, Laura Pacheco, María Belmonte y a todo el equipo de montaje de la Casa de Cultura de Nuevo León; Andrés Villagómez.

Registro de Antero Escandón e Irving Domínguez.

Reseñas:

Xavier Moyssén

Rocío Cárdenas Pacheco

webflyer

mampara de presentación

statement

lobby

1a sala

acceso segunda sala

recorrido segunda sala

sobre la industria maquiladora

Inversión de empresas multinacionales en México

segunda sala

testimonios

primer piso

1er fotomural

2do fotomural

3er fotomural

sección final

INEGI

INEGI 2

Gracias

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